Colechar es el nombre que se le da al hecho de compartir la cama con nuestro bebé. Si bien esta práctica es común entre los mamíferos, ya que las crías para poder sobrevivir deben dormir junto a su madre, en nuestra especie, es un tema controvertido, que genera debates y opiniones encontradas.
Muchas veces escuchamos que se asocia el colecho con la posibilidad de “aplastar” o asfixiar al bebé sin darnos cuenta. Incluso profesionales de la salud relacionan al colecho con el síndrome de muerte súbita (SMSL) en las consultas de control de nuestro bebé, indicando a los padres que el bebé debe dormir en su cuna, lo cual a veces se transforma en una “misión imposible”, que genera aún más caos y dificultades en los primeros tiempos en casa.
Para muchas familias, el colecho no es la opción que imaginaron durante el embarazo, sin embargo, de repente, se dan cuenta que es la única manera que el bebé (y por lo tanto mamá y papá), descansan un poco mejor.
Entonces, colecho, sí o no?
Para responder a esta pregunta, vamos a basarnos en las recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), que en 2017, publicó este trabajo: “Colecho en el hogar, lactancia materna y muerte súbita del lactante. Recomendaciones para los profesionales de la salud”.
En este artículo se menciona que el espacio más seguro para que duerma el bebé es en la habitación de los padres (cohabitación), en una cuna ubicada junto a la cama, al menos los primeros 6 meses de vida (que es el tiempo en donde el riesgo de muerte súbita es mayor).
Sin embargo, no prohíbe el colecho, sino que por el contrario, reconociendo que es una práctica ancestral y habitual entre la población, presenta las condiciones para poder realizarlo de manera segura, así como los factores de riesgo asociados a esta práctica.
Y menciona que los profesionales de la salud deberían ofrecer información sobre los beneficios y riesgos, para que sean los padres quienes adopten una decisión informada sobre el tema, sin prohibir tajantemente esta práctica (cuando no existen factores de riesgo) que no solo genera complicaciones en la vida cotidiana de los papás, sino que, además, muchas veces, genera condiciones que aumentan el riesgo de muerte del bebé (por ejemplo, levantarse a la noche a dar la teta en un sillón aumentando aún más los peligros)
Sabemos que el bebé en sus primeros tiempos demanda intensamente el contacto, principalmente, con su mamá. Cerca de ella se siente tranquilo, escuchando sus sonidos del corazón, de la respiración, sintiendo su olor. Por lo tanto, si así transcurre el día, es esperable que a la noche, también (y aún más) quiera la proximidad y cercanía con su mamá, y con la teta, si es amamantado.
La SAP explica la asociación positiva del colecho con la lactancia materna, ya que favorece las tomas nocturnas y el descanso de mamá y bebé, y a su vez, presenta al amamantamiento como un factor protector contra la muerte súbita del lactante.
Colecho seguro
Es decir, que si bien el colecho tiene sus riesgos (por las circunstancias en las que ocurre, en realidad), también ofrece beneficios a la diada, siempre que se realice de manera segura:
- El colchón debe ser firme (no sobre almohadas o colchón de agua, por ejemplo).
- Siempre acostar al bebé en posición boca arriba.
- Ubicar al bebé al lado de la mamá, y no en el medio de papá y mamá, especialmente los primeros meses.
- El colecho con hermanos, hermanas u otros familiares es desaconsejable.
- Evitar que el bebé pueda quedar “atrapado” entre el colchón y la pared o entre el colchón y el respaldo de la cama o que pueda caerse de la cama.
- No sobreabrigar ni calefaccionar demasiado la habitación.
- No practicar colecho si alguno de los padres está muy cansado, si hubo ingesta de medicación sedante, alcohol o drogas ilícitas.
- No practicar el colecho si alguno de los padres fuma.
- No practicar el colecho en un sillón o sofá.
Entonces, siempre que tengamos en cuenta estas recomendaciones a la hora de dormir, podemos, si como familia lo deseamos, elegir el colecho con nuestro bebé, y disfrutarlo!
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