El parto es un proceso fisiológico de la vida sexual de la mujer. O dicho de otra manera, el parto es un proceso normal y natural que no requiere de intervenciones médicas, a menos que se presente alguna complicación que lo justifique.
En la gran mayoría de los casos, los partos (si lo permitimos) se inician de forma espontánea, a partir de una señal que el bebé envía al cerebro de su mamá que le indica que está listo para nacer, y que desencadena la liberación de algunas hormonas en la mujer, como la oxitocina, que ayudarán a generar las contracciones necesarias para que el bebé pueda salir del cuerpo de su mamá.
Asimismo, estas hormonas llegarán al bebé a través de la placenta y el cordón umbilical preparándolo para enfrentar el nacimiento y la transición a la vida fuera de la panza.
El cerebro primitivo, el protagonista
Para que todo este proceso pueda ponerse en marcha, es necesario que la mujer desconecte su cerebro racional (neocortex), que es específicamente humano. Aquel que nos permite pensar y razonar. Y activar el cerebro primitivo, el que compartimos con el resto de los mamíferos, del cual depende la secreción hormonal.
Para ello, se necesita de un entorno que permita tomar el protagonismo a ese cerebro instintivo, y le posibilite a la mujer desconectarse de este mundo, viajar al “planeta parto” como dice Michel Odent.
En otras palabras, para parir, la mujer necesita sentirse segura, en intimidad, no observada, en un ambiente cálido, sin mucha luz, donde haya silencio o se haga la menor cantidad de preguntas/comentarios posibles.
Si esto ocurre, la mujer logrará desconectarse de lo que pasa a su alrededor, de lo que leyó, de lo que aprendió, podrá adoptar posiciones extrañas, gritar, insultar, enojarse. Todo esto indica que el neocórtex entró en reposo.
Las emociones y el nacimiento
La respuesta emocional de una mujer que tiene mucho miedo, que se siente violentada, que está alerta, que no se siente segura, dificultará la evolución fisiológica de su trabajo de parto, frente a lo cual aparecerán las intervenciones médicas, a diferencia de la vivencia emocional de una mujer que se siente segura, respetada y acompañada.
En el primer caso, la mujer segregará adrenalina, una hormona que es antagonista de la oxitocina. Es decir, que el proceso se verá pertrubado. Mientras que en el segundo caso, la oxitocina podrá ser liberada no sólo provocando las contracciones necesarias sino que, luego del nacimiento, propiciará comportamientos maternales en la mujer.
Entonces, es de suma importancia que los profesionales de la salud tengan presente estas cuestiones a la hora de acompañar nacimientos, y respeten la fisiología del parto, que a su vez, influirá en la reducción de complicaciones físicas posteriores, de ingresos en neonatología, y de dificultades emocionales y psicológicas en el posparto.
Por último, algo también a tener en cuenta en relación a esto es la elección de la persona que acompañará a la mujer durante su trabajo de parto y en el parto, que podrá ser clave (o no) para la disminución del estrés, reducción de la necesidad de anestesia y de intervenciones.
¿Quieren compartir sus experiencias? Consideran que se tuvo en cuenta estas necesidades durante el trabajo de parto?