Puerperio es una palabra que suele ser desconocida hasta que nos convertimos en madres, o que asociamos directamente a la “cuarentena”, es decir, los 40 días en los que puede haber sangrado después del parto.
Sin embargo, desde la psicología, consideramos que el puerperio es un período más extenso, que se inicia cuando nace el bebé y se extiende hasta sus dos años aproximadamente. Claro está, que esto varía de mujer a mujer, dependiendo de factores emocionales, ambientales y culturales.
La revolución de la maternidad
Luego del nacimiento, la mamá sufre una gran revolución hormonal, que sumado al proceso psíquico de construcción de una nueva identidad, que se inició en el embarazo, generan un estado psicológico y fisiológico en la mujer, que denominamos puerperio, y que es lo que nos permite y ayuda a conectarnos con nuestro bebé, entenderlo, responder entonada y sensiblemente a sus necesidades, aun cuando no hay palabras de por medio.
Recordemos que el cachorro humano nace indefenso y en extrema dependencia de un otro, especialmente de la madre, para poder sobrevivir. Este estado de puerperio implica que la madre retira la energía psíquica del exterior (pareja, trabajo, intereses, amigos, etc), para dirigirla hacia el bebé, para conocerlo, para poder satisfacer sus necesidades, para construir el vínculo con él.
El convertirnos en madres supone un gran cambio en nuestras vidas. Ya nada volverá a ser cómo antes. Se modificarán el cuerpo, la identidad, las rutinas, los intereses, la pareja, la sexualidad, a veces el trabajo, los amigos…
El puerperio también se caracteriza por ser una etapa de mucho cansancio y agotamiento, ya que tenemos que estar disponibles casi las 24 horas del día para nuestro bebé, dándole la teta, cambiando pañales, calmándolos y ayudándolos en la transición y adaptación que están haciendo a este nuevo mundo. Además de que ya no dormimos ni descansamos como antes.
La mujer debe realizar un trabajo psíquico muy intenso, de adaptación a su nuevo rol, de reorganización, de reacomodamiento, de conexión con su bebé
Nos cuesta encontrar momentos para hacer cosas tan sencillas y básicas como ir al baño, comer, bañarnos. El día pasa, casi sin que nos demos cuenta, a veces sin poder sacarnos el pijama, peinarnos o lavarnos los dientes. sentimos que la situación nos domina, que nos excede, que está fuera de nuestro control.
Es frecuente sentir una gran responsabilidad por ese bebé indefenso que depende de nosotras para poder sobrevivir, y con ello aparecen las dudas, los miedos y los temores respecto de si podremos hacerlo, si nos daremos cuenta lo que necesita, nos preocupa que le pase algo y por eso controlamos a cada ratito si está bien y respira mientras duerme, lo observamos minuciosamente y cualquier cosita que nos llame la atención, nos alarma y asusta.
No menos importante son los dolores y las molestias físicas que podemos tener producto del parto o la cesárea, de la lactancia que puede haberse iniciado con algunas dificultades, y que por supuesto, también influyen en nuestro estado de ánimo.
La ambivalencia afectiva
Entonces, desde la psicología, entendemos al puerperio como un tiempo en que la mujer debe realizar un trabajo psíquico muy intenso, de adaptación a su nuevo rol, de reorganización, de reacomodamiento, de conexión con su bebé, de ajuste entre lo que imaginamos y fantaseamos durante la gestación y la realidad con la que nos encontramos.
Y todo esto lleva su tiempo, a veces puede resultar muy intenso, difícil… por eso, una característica muy frecuente de esta etapa es la ambivalencia.
Si bien estamos felices de tener a nuestro bebé con nosotras, también nos sentimos angustiadas, tristes, agotadas, abrumadas, con ganas de llorar y de “salir corriendo”. De esto, poco se habla. Por suerte cada vez más, sin embargo falta mucho todavía.
Es el “lado B” de la maternidad, la otra cara. Es importante dar a conocer que esto ocurre en la mayoría de las mujeres , que es esperable que suceda, ya que muchas veces el sentirnos así genera culpa y confusión, cuando parecería que todo tiene que ser “color de rosas”.
Maternar a las madres
El puerperio es una etapa en la que resulta fundamental el acompañamiento y el sostén para esa mamá que está abocada a su bebé.
No es conveniente pasar mucho tiempo sola. Todo se transitará más fácil en la medida que contemos con el apoyo y la ayuda de quienes nos rodean, que puedan ocuparse de tareas cotidianas como cocinar, limpiar la casa, lavar ropita, para que podamos desligarnos de esas cuestiones, y de esa manera sentirnos menos abrumadas.
Como así también, de personas que estén disponibles con su presencia, para escucharnos, sin juzgarnos, sin criticarnos, validando lo que nos pasa y permitiéndonos hacer nuestro camino como madres.
Si tuvieran que describir sus puerperios con algunas palabras, ¿qué dirían? ¡Las leemos!