Esta es una pregunta muy frecuente entre las embarazadas. Y la respuesta es muy sencilla: es muy útil informarse, asistir a charlas, consultar con una asesora de lactancia o puericultora, charlar con otras mujeres que hayan amamantando a sus hijos….
Pero no es necesario (ni beneficioso) preparar los pezones durante el embarazo para la lactancia.
Hasta hace un tiempo, se recomendaban ejercicios para “formar el pezón”, o para curtirlos, que incluso eran dolorosos (por ejemplo: pellizcarlos, cepillarlos, darles forma, usar casquillos): hoy sabemos que esto no tiene ningún sustento científico y, por eso, ya no se aconseja más .
Es más, estos ejercicios pueden generar en la mujer un impacto negativo, mal predisponiéndola para amamantar producto del dolor que pueden generar y de la “complicación”que puede suponer la lactancia con este inicio.
Cambios durante el embarazo
Durante el embarazo, las mujeres experimentamos múltiples cambios en nuestro cuerpo. Y en lo que a la lactancia se refiere, podemos notar algunas modificaciones en nuestros pechos, tales como:
- Aumento de tamaño y de la irrigación sanguínea.
- Mayor sensibilidad ( a veces suele ser el primer síntoma que hace pensar en un embarazo).
- Oscurecimiento del Pezón y Areola.
- Aumento de volumen de las Glándulas De Montgomery, las cuales producen una sustancia que lubrica y protege la zona de la areola.
Todo esto da cuenta de que el propio cuerpo realiza la preparación necesaria para poder amamantar luego a nuestro bebé.
Alrededor de la semana 20, comienza el proceso de producción de leche, específicamente el calostro. Algunas mujeres pueden notar pequeñas gotas de calostro que salen de sus pechos a a partir de este momento y sobre las últimas semanas de embarazo.
No a todas les sucede, y no es condición para el éxito de la lactancia, ni indicador de más o menos leche, por lo que no hay que preocuparse si esto no ocurre o no lo notamos.
Forma y tamaño de los pechos
Por otra parte, la forma y el tamaño de los pechos y de los pezones no influyen en la capacidad para amamantar.
El tamaño de las mamas es un indicador de la cantidad de tejido graso que tiene la mujer en esa zona, lo cual no tiene ninguna vinculación con la capacidad de producir leche (ni tampoco con la cantidad que produciremos).
Asimismo, el bebé no debe prenderse del pezón, sino que debe abrir bien grande su boquita para poder tomar la mayor cantidad de areola posible, y de esta manera no presionar ni rozar de ninguna manera al pezón (lo que generaría dolor en la mamá).
El pezón, en realidad, permite guiar al bebé al pecho, a través de su color, como así también estimular el reflejo de búsqueda presente en el bebé, por el cual abrirá su boquita como respuesta al tacto y estimulación.
Entonces, sea cual sea la forma o el tipo de pezón que tenga la mamá, nunca será esto una contraindicación para la lactancia, ni tampoco supone la necesidad de realizar ejercicios o preparaciones previas en el embarazo. En la mayor parte de los casos, el bebé solito con su succión irá dándole forma a medida que transcurra la lactancia.
Por lo tanto, confiemos en nuestro cuerpo, en su capacidad de producir el alimento que nuestros hijos necesitarán, ¡y esperemos tranquilas y seguras el encuentro con nuestro bebé!
Y a ustedes…. ¿les recomendaron preparar sus pechos? ¿Probaron algún ejercicio? ¡Las leemos!