Los primeros 1.000 días se denomina al periodo que resulta de la suma de los 270 días de embarazo y de los 730 días que abarcan los dos primeros años de vida del niño (365 + 365 dias).
Se trata de un periodo de tiempo crítico, fundamental y clave para el desarrollo cognitivo, del lenguaje y de las destrezas sociales y emocionales de las personas.
Todos recibimos de nuestros padres un bagaje genético, que hoy sabemos que es susceptible de ser modificado durante este periodo sensible y crítico de los 1000 días.
La interacción y el intercambio temprano con el medio ambiente puede dejar una impronta que modifique la expresión de los genes y ayude a promover nuestras potencialidades, o por el contrario inhiba nuestro desarrollo y aumente el riesgo de sufrir enfermedades.
El cerebro, lo más importante
Durante estos “1000 días”, el cerebro del bebé experimenta un crecimiento único y forma conexiones neuronales a un ritmo asombroso, que nunca volverá a repetirse en el resto de la vida.
Tal como expresa Anthony Lake, quien fuera Director Ejecutivo de UNICEF, “El cerebro es lo más importante que tienen los niños, pero no estamos cuidándolo de la misma manera en que cuidamos de sus cuerpos, especialmente en la primera infancia, cuando la ciencia demuestra que los cerebros de los niños y su futuro se están perfilando rápidamente.”
Estos cuidados comienzan desde la gestación, y en este sentido la calidad de la alimentación de la madre, sus hábitos, y su estado físico y emocional son fundamentales.
Luego, resulta de vital importancia cuidar la alimentación, la estimulación, y los cuidados que como mamás, papás y cuidadores les ofrecemos a los niños sobre todo durante esos primeros tiempos. Estos constituyen los nutrientes esenciales que el cerebro necesita para desarrollarse adecuadamente.
Por el contrario, la falta de un vínculo seguro con un adulto, la violencia, la des/malnutrición generan en el niño un tipo de estrés tóxico que causa daños permanentes en el desarrollo de su cerebro.
Entonces, a diferencia de lo que hasta hace un tiempo se proponía, que era focalizarse en la nutrición y la salud de los niños, hoy, conociendo la importancia de estos 1000 días, se busca garantizar lo que se conoce como un “comienzo justo”, de modo tal que el destino de esa persona no quede sellado desde su nacimiento.
Cómo podemos cuidar y favorecer el desarrollo del cerebro de nuestros hijos?
- Realizando los controles prenatales indicados, como así respetando las indicaciones médicas tales como suplementación con ácido fólico, no consumo de alcohol ni tabaco, entre otras.
- Tratando de evitar, aunque por supuesto no es sencillo, situaciones de estrés, ansiedad, violencia durante el embarazo.
- Cuidando la alimentación y los hábitos durante el embarazo.
- Abrazando, besando, mimando, y otras formas de contacto con nuestros hijos.
- Respondiendo siempre a sus necesidades.
- Nunca dejarlos llorar. Calmándolos, consolándolos.
- Hablándoles, contándoles lo que ocurre y lo que nos sucede, tanto en el embarazo como a lo largo de su crecimiento.
- Anticipándoles las situaciones que van a ocurrir (al momento de vestirlos, cambiar el pañal, ir a un supermercado, etc)
- Poniendo en palabras lo que les pasa a ellos (cuando aún ellos no puedan usar las palabras para hacerlo).
- Cantándoles, leyéndoles cuentos, jugando y pasando tiempo de calidad, en el que estemos conectados totalmente con ellos, y lejos de las preocupaciones y ocupaciones adultas. También vale para el tiempo de gestación (cantar, ponerles música, etc)
- Ofreciéndoles una alimentación adecuada (lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses y luego una alimentación complementaria oportuna a partir de los 6 meses)
En resumen, la forma en que gestemos y criemos a nuestros hijos influirá, de una u otra manera, en su desarrollo y funcionamiento cerebral durante el resto de su vida, y repercutirá también en el resto de la sociedad.
En palabras de Miguel Larguía, Presidente de FUNLARGUIA, “todo lo que comes, haces y te hacen en los primeros 1000 días hacen la diferencia para toda la vida”.
Estos primeros 1000 días constituyen una ventana de oportunidad para promover el desarrollo de todas las potencialidades del niño/a y para prevenir enfermedades.