Ya hemos leído varias veces que las necesidades de un recién nacido son totalmente suplidas por el cuerpo de su madre. Y aquellos que somos madres/padres sabemos a ciencia cierta que es así.
Es más, la madre probablemente también anhela estar pegada a su cría… pero seguramente el ritmo vertiginoso de la vida diaria haga que ella se sienta partida en dos, entre lo que quiere hacer y lo que debe hacer…
Los brazos y el pecho de mamá serán el mundo para ese bebé en estos primeros meses de vida, periodo que se denomina exterogestación. Una vez salido del útero, el recién nacido está esperando una única cosa: el contacto con el cuerpo de su madre.
Él ya conoce su olor, el sonido de su voz, el latido de su corazón… porque desde el primer día de la gestación vivió en ese lugar. El cuerpo de mamá es SU hábitat. Por lo tanto, es el único lugar donde espera estar.
El portabebés
Pero… ¿cómo hará mamá ahora, para poder realizar algunas actividades de su vida diaria (como comer, atender a hermanos mayores, salir a pasear), si sus brazos deben sostener esta nueva preciosa y frágil carga?
Una posible solución viene dada por esta práctica ancestral, llamada porteo. El porteo es llevar a tu bebé pegado a tu cuerpo con un portabebés, de manera tal que te deje las manos libres para realizar otras actividades.
Si bien existen muchos portabebés en el mercado, lo ideal es que el mismo sea lo que denominamos “ergonómico”, ya que de otro modo el portabebés puede hacer daño a alguno de los dos miembros de la díada porteante (al bebé o al porteador, o a ambos)…
Por eso, siempre es recomendable elegir un portabebé que colabore con la ergonomía de ambos, del adulto y, por supuesto, del bebé.
Para esto, es fundamental informarnos con una educadora de porteo para elegir correctamente el portabebé y no malgastar nuestro dinero. Una educadora de porteo te ayudará a elegir el portabebés más adecuado para vos y tu bebé, y te dará la información necesaria para que lo utilices de manera segura.
¿Qué quiere decir que un portabebés colabore con la ergonomía?
Básicamente, quiere decir que debemos buscar un portabebés que respete la postura fisiológica de la díada, es decir, del bebé y del adulto porteador.
Los sistemas de porteo que colaboran con la ergonomía son aquellos que ofrecen un sistema de ajuste punto por punto y se adaptan a la fisonomía del bebé, como los fulares, las bandoleras o las mochilas evolutivas, los cuales favorecen una buena posición para el bebé y para el adulto.
En el bebé, la posición que vamos a buscar es la conocida como “posición M”, que se consigue cuando tenemos al bebé “basculado” (es decir que su suelo pélvico apoya en, está orientado hacia, nuestro abdomen), con el culito del bebé al nivel de nuestro ombligo y las rodillas por encima del nivel de la cola.
Esto favorecerá que la espalda del bebé quede en “forma de C” (con la cifosis total que trae desde su vida intrauterina) y su cabeza debajo de nuestra barbilla, sin que llegue a tocarnos, es decir, a un beso de distancia. Algo muy importante a destacar es que el acto de portear no debe doler.
Si alguno de los miembros de la díada está incómodo, hay que revisar el tipo de portabebés utilizados, la postura y la colocación del portabebés, porque seguramente algo no está bien realizado.
Debemos tener en cuenta que tienen que estar cómodos los dos, tanto el bebé como el porteador. No hay ningún portabebés ideal: hay que elegir el que mantenga al bebé en una buena postura y que a nosotros nos resulte cómodo.
Seguiremos ampliando sobre estos temas en próximos artículos.
¿Tenés alguna duda? ¡Escribinos y contanos! Así, en una próxima entrada, podemos hablar al respecto…
¡Feliz porteo!