¡Hay tantas preguntas que nos hacemos en torno al nacimiento! Tantas opiniones, tantas horas de charlas y mates compartidos en el embarazo. Todo el mundo tiene algo que decir respecto a la llegada de un bebé.
Es que si hay algo que tenemos en común los habitantes de este planeta – y quizás sea lo único que nos une a todos – es que nacimos. Y aquí estamos.
Antes de seguir leyendo, toma un minuto para pensar y escribir tu propia respuesta a esta pregunta:
¿Qué es nacer?
Contestá en forma simple, lo primero que te venga a la mente.
¿Listo?
¿Algo más que quieras agregar? Tomate unos segundos más….
Buscando respuestas
Preguntarse qué es nacer es interesante en todas las culturas y a cualquier edad. En estos años trabajando en torno al nacimiento con embarazadas, futuros padres, profesionales de salud, abuelas y adolescentes, aquí en Bahía Blanca o en otras ciudades del país y del mundo, siempre comienzo mis charlas y talleres con esa misma pregunta.
A veces me miran con cara de “sonamos, prueba sorpresa”, pero todos tienen una respuesta. Lápiz y papel en mano, cada uno escribe lo que piensa, y luego compartimos las opiniones.
- “Llegar al mundo”
- “Salir de la panza de la mamá y comenzar a vivir en forma independiente”
- “Nacer es un cambio de estado, de la atmósfera que es el útero de la madre a la del planeta Tierra”
- “Es un milagro, algo re normal pero que nos asombra cada vez que lo vemos ocurrir”
- “Respirar por cuenta propia”
- “Empezar una nueva etapa”
- “Aprender a vivir en forma independiente”
- “Iniciar un camino personal, pero también formando parte de una familia y sociedad”
- “Es vivir, es la vida misma”
Algunos más filosóficos, otros más prácticos, pero todos tienen algo que decir. Cada uno sabe qué significado le da al nacimiento.
Sólo sé que no sé nada
De las respuestas comenzamos a deducir que el nacimiento es un hecho totalmente natural y frecuente, pues nos sucedió a todos y sigue pasando cada día, como lo más normal del mundo. Al mismo tiempo, paradójicamente, es un hecho trascendente, profundamente espiritual, un hecho que nos conmueve, nos conecta con el misterio de estar aquí vivos, en la Tierra.
¿Dónde estaba hace 2 años este bebé que acaba de nacer? No hablamos del óvulo y el espermatozoide, sino de este bebé, este Ser. ¿Dónde estaba antes? ¿Existía? Los humanos tenemos muchas explicaciones filosóficas, científicas y religiosas para este dilema, pero…de verdad, de verdad…nadie lo sabe. Como tampoco sabemos con certeza adónde nos vamos cuando termina la vida y morimos.
Tanto el nacimiento como la muerte nos conectan con el miedo a la incertidumbre, propio del ser humano. No sabemos de dónde venimos ni adónde vamos, qué día y hora llegamos al planeta, o qué día y hora nos vamos… y a veces tampoco sabemos bien qué estamos haciendo mientras tanto acá en esta vida humana, viviendo con un cuerpo en la Tierra.
Ser humanos es preguntarnos el sentido de la vida. Y cuando nace un bebé, su llegada nos conecta con esa búsqueda de sentido, nos hace cuestionar nuestras prioridades, y replantearnos qué queremos para esa próxima etapa.
Un hecho multidimensional
De las respuestas concluimos que nacer es un hecho personal, individual, y a la vez familiar y social. Es notable que cuando uno comunica que va a tener un bebé, todo el mundo parece tener algo que decir, algo que aconsejar, y quiere participar. ¡A veces demasiado!
Nacer es también un hecho físico, y además es un evento clave en la salud sexual y reproductiva de una mujer, ya que el parto involucra los mismos órganos y hormonas que intervienen en las relaciones sexuales. Por ser un hecho hormonal y sexual, es también emocional. Las hormonas son alteradores poderosísimos de la conciencia, y el parto es una experiencia que tiene el potencial de transformarnos profundamente.
La otra cara de la moneda
En la actualidad el nacimiento pareciera haberse vuelto un hecho económico. Las parejas embarazadas comienzan a sacar cuentas y a sufrir, ya que con todo lo que supuestamente hay que comprar, no va a alcanzar para tener los hijos que deseaban. Es interesante que en esta era del consumo en que vivimos, una familia gasta más ahora con un solo bebé que lo que dos generaciones atrás se gastaba con diez.
Más interesante aún es que los recién nacidos no salen de la panza pidiendo chupete, mamadera, cochecito nuevo, practi-cuna, peluches, cambiador, baby-call, sacaleches eléctrico, ni ropa carísima. Un bebé sano sólo necesita al nacer los brazos y el pecho de su madre, calor humano, contención, sostén, tiempo, disponibilidad, amor. Las otras cosas pueden pedirse prestadas o comprarse más adelante si vemos que realmente hacen falta. Estas no.
Salud y medicina
En nuestra cultura el nacimiento también parece haberse convertido en un hecho médico. Comienza casi sin darnos cuenta, con el primer test de embarazo y pidiendo nerviosamente un turno al obstetra, a veces antes de siquiera contárselo a la familia y amigos, para que nos diga “qué hacer” y “si todo está bien”. Luego siguen los controles mes a mes, recetas de vitaminas y otros medicamentos, ecografías 3D y 4D, doppler, monitoreo, hisopado, análisis de sangre y orina, test de glucosa, controles de peso y sigue la lista.
Y esto en la grandísima mayoría de los embarazos, cuando mamá y bebé están sanos. Incluso a una mujer que tiene un embarazo perfecto a veces le cuesta conectar con “sentirse bien” y simplemente disfrutar de su estado de salud.
Es una maravilla contar con una atención médica adecuada para nosotros y nuestras familias, especialmente cuando alguien se enferma, y poder darle a la ciencia y la tecnología el lugar que se merecen en nuestra salud. Pero también es importante poner en perspectiva que la llegada de los hijos es un hecho familiar, no una patología, y que los protagonistas del nacimiento son la madre y su bebé, no el sistema de salud.
Volver a lo importante
En un mundo tecnológico, apurado, ansioso, en que los cambios ocurren a una velocidad que desequilibra, la llegada de un bebé nos frena, a veces de golpe. Nos hace parar y mirar. Todo. Nos conecta con los tiempos más lentos y suaves de esa criatura frágil, con nuestro saber ancestral, con los ritmos de la Naturaleza y de la Tierra. Con nuestro corazón y sabiduría interior.
Un bebé que nace nos llama a cuestionarnos y replantearnos lo más básico. Qué queremos, por qué y para qué. Qué es importante y qué no.
Y nos trae nuevas preguntas para el inicio de esta etapa:
- ¿Qué significa para mí el nacimiento de mi hija o hijo?
- ¿Cómo quiero que sea su nacimiento? ¿Qué necesito saber y hacer para lograrlo?
Nacer importa. Cómo nacemos importa, y un buen nacimiento es un regalo para toda la vida.